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Manu Chao encendió la mecha de rebeldía y esperanza en una noche única

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Manu Chao trajo el domingo lo que fácilmente puede ser el show del año en Posadas, con un recital electroacústico de casi tres horas de duración en Umma, en el nombre de Maradona, Palestina, la Tierra Colorada, el tereré y el Paraná.

Quien haya ingresado por las puertas del recinto de la avenida Maipú llegó para ver un concierto, pero se fue con el calor de toda una fiesta comandada por el legendario músico francoespañol, acompañado de Matumati y Rayo alias Big Buda, un rosarino con acento catalán y un MC de Villa Fiorito, respectivamente.

Si bien el espectáculo es anunciado como un “ultra-acústico”, el trío sostiene una energía tal que parece un show de punk desenchufado, bajo el estilo propio de Manu Chao, ese que cimentó con la sencilla repetición de frases claves, entre la rumba, el punk y el raï argelino, un género que desafía a la autoridad con la crítica social. “Arriba el hip hop, abajo el DNU”, rapea Rayo, por ejemplo, como para fijar postura política.

Antes de las primeras canciones se dio lugar a referentes de la comunidad mbya de Misiones para, entre banderas whipala que se agitaron toda la noche, se dirigieran a los espectadores sobre el ninguneo nacional a su derecho preexistente sobre la tierra, tal como aclaró Heriberto Villalba, presidente de la Organización de Docentes Indígenas de Misiones y cacique de la comunidad Perutí, que hace varios años mantiene contacto con el artista visitante.

Rayo. Un rapero de Villa Fiorito que acompaña a Manu Chao, como Matumati, un rosarino con acento barcelonés.

Tras un puñado de canciones de Matumati, donde combinó como un brujo el mar con el Paraná y el ricotero “Espejismo”, el escenario dio lugar al famoso músico andariego que arrancó bajo la excusa de “Viva tú”, el nombre de su último disco que se leía detrás, en una gigante carta del tarot.

De esa manera, el largo e intenso concierto contó con la reiteración de frases como “se fuerza la máquina” y “próxima estación esperanza” como el mantra de un rosario de canciones que pasó de “Clandestino” a “Desaparecido”, de “Je ne t’aime plus” a “Welcome to Tijuaja”, o de “Huelga de amores” a “La vida tómbola”, con las banderas de Maradona colgadas en Umma, el santo omnipresente, incluso en las versátil prosa de Rayo, que invocó su nombre en uno de los momentos más lúcidos de la noche.

Viva tu. El último disco de Manu Chao que fue lanzado este año y que motivó la gira por Argentina

Por supuesto que Mano Negra se hizo presente con “Mala vida” o “El Señor Matanza”, las que parecían haber caído a una fuente de la juventud en las cuerdas del trío conducido por un Manu Chao, un artista que parece desentonar con la edad de un hombre que se empapó de Latinoamérica hace más de 30 años, cuando cantaba “Santa Maradona” con el pleno auge de “Casa Babylon”.

Sin ninguna orquesta detrás, Manu Chao mostró que mantiene elevada la talla de sus funciones con una simple pista por debajo y ambos talentosos partenaires a sus costados. Párrafo aparte se merecen los invitados locales. Primero subió a escena Kreiluz con una batería de rimas sobre el jugoso momento de contar con tal celebridad de visita y el folclore de vivir en Misiones; y más tarde Fabián Recove Velázquez, de Ha’e Kuera Ñande Kuera, quien vertió unos versos en español y guaraní para llevar a otro pasaje máximo del show en el nombre de la Tierra Colorada.

Aunque la mayor parte del público se había retirado, el after impensado continuó con Ilán Amores, quien un día antes había teloneado a Andrés Calamaro en el anfiteatro y a Umma llegó con las intenciones de llevarse de recuerdo una zapada con Manu Chao, algo que afortunadamente sucedió.

Una parada por La Placita

Manu Chao llegó el sábado y con el fin de conocer mejor la ciudad paró en la esquina de Sáenz Peña y San Martín, justo donde está el Mercado Modelo La Placita. Grabó un reel con uno de sus murales de fondo y también se tomo una cerveza en diagonal al mercado, donde se sentó y conversó con todo aquel que se detuviera a intercambiar unas palabras con él.

Fumó cigarrillos armados y escuchó folclore de la zona que puso en el parlante el dueño del local. Se sorprendió de la guitarra de diez cuerdas que tocaba Ramón Ayala, habló de futbol argentino y adelantó que la gira seguía por Guatemala y México. Hace diez años Manu Chao no da entrevistas sino que charla, se encargó de aclarar amigable y sonriente, tal como se lo vio llegar e irse de Posadas, como para un fin de semana digno de recordar.


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Manu Chao, el bar de la esquina y los “fueguitos de resistencia”

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Manu Chao

Los defensores del pastizal en la remera y el vecindario como la última trinchera. Manu Chao comparte su credo en esta charla producto del azar, un encuentro fortuito, que en lo personal me permito atribuir al destino y que no por casualidad transcurre también en la mesa de un bar.

El cantante franco español que hizo de Latinoamérica su casa y el alma de su música, repitió en Posadas una costumbre que parece haber adoptado como un ritual en sus giras por el continente: visitar los mercados populares de las ciudades y pueblos del continente, que recorre como un trovador errante desde 1987, cuando desembarcó en Perú, con Mano Negra.

Lo hizo en 2019, en Asunción, donde también respondió al llamado de la tribu y acudió a la cita del hashtag #ManuChaoEnLaChispa, un sitio contracultural del microcentro asunceno que lleva el nombre de una revista editada por el líder bolchevique y fundador de la Unión Soviética Vladimir Lenin, que hizo una campaña descomunal en redes para tenerlo en su sede de la calle Estrella, y donde obtuve mi primera selfie.

Manu Chao evoca aquella peña que arrancó en una mesa en medio de la calle, con “Me llaman calle” y terminó en un dúo con un músico paraguayo muy querido, Pachín Centurión, anfitrión de La Chispa. “Siguen persiguiendo a La Chispa, lo quieren cerrar”, dice, en tono de denuncia, sobre la espada de Damocles del poder municipal que se cernió sobre el centro cultural desde su apertura hace por lo menos 8 años.

Enseguida, recuerda el Mercado 4, lo más paraguayo que puede encontrarse en Asunción. “Te podes perder horas ahi adentro”, agrega, hablando seguramente de su propio extravío por el más grande de los laberintos de la región, que entre sus ilustres visitantes tuvo al escritor Jorge Luis Borges, en 1986.

El sábado a la tarde, junto a su troupe de músicos y productores del concierto que daría en Uma la noche siguiente, recorrió La Placita y después el grupo se instaló en una mesa del Bar Imperial, en la esquina de San Martín y Roque Sáenz Peña, que por obra del azar se anota, de ahora en más, entre los sitios de culto de su tribu de seguidores locales.

Pronto, la esquina se volvió un epicentro de fans que llegaban de todas partes, atraídos por una historia de Instagram subida minutos antes por otro referente tribal, el guitarrista posadeño Tony Acuña, que se encontró a la comitiva bajando hacia el bar donde sucedieron todos los encuentros casuales de la tarde.

“¿De donde viene tu amor por Latinoamérica?”, propone uno de los periodistas presentes. Manu Chao rebobina y habla de Mano Negra, la banda con la que desembarcó por primera vez en el continente en 1987.

“Con Mano Negra conocí Latinoamérica”, cuenta el músico. “Me siento en casa, en una casa grande”, dice sobre ese romance forjado en kilómetros de paisajes, saberes y hablares, que convirtió en banderas y expuso en un millar de canciones emblemáticas.

La cercanía de la frontera tampoco pasó desapercibida para Manu Chao, uno de los pocos artistas que se ocupó de la desventura del migrante condenado a la angustia de vivir sin papeles; siempre huyendo de la migra, desterrado eterno. “Yo no soy racista, excepto con los aduaneros”, dispara el músico y todos en la mesa ríen.

“Ayer, subiste a Instagram un reel donde hablás de ‘montar fueguitos de resistencia’”, apunta otro de los comensales.

En todo el mundo está pasando lo mismo. Hoy, el 35% de los franceses vota a candidatos supremacistas. No es algo exclusivo de la Argentina”, apunta Manu Chao, en su única frase política de la tarde. “Yo creo en el vecindario, en el poder de los vecinos; esos son los fueguitos de resistencia”, reflexiona.

Tampoco faltó la mención de Ramón Ayala, “el Carlos Gardel de la tierra colorada”, sugiere alguien en la mesa y la conversación viaja unas cuadras, a la Bajada Vieja y la entrañable melodía del Mensú, que alguien tararea.

El músico escucha con asombro el relato sobre la mítica calle y los orígenes de una ciudad que le debe todo al río,  que su mayor trovador interpretó como nadie y la convirtió en poesía.


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Posadas renovó la devoción por Andrés Calamaro en un anfiteatro colmado

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Para una faena de casi dos horas de un concierto histórico, Andrés Calamaro arrancó su gira argentina “Agenda 1999 Tour” en el anfiteatro Manuel Antonio Ramírez repleto de espectadores.

Con “Los chicos”, dio su estocada final para uno de los episodios más soberbios de la noche, solo comparado con el momento en el que cantó “Alta Suciedad”, y tal vez para el inicio, que enganchó el riff de “Kashmir” -de Led Zeppelin-con “El día de la mujer mundial”.

A las 21.10 se apagaron las luces y El Salmón salió a escena con la guitarra colgada y su banda secundándolo para, casi sin respiro, hacer versiones de “Cuando te conocí”, “Los ojos”, “Cuando no estás” y “Te quiero igual”, instante en el que se sintió al toro tomado por las astas, es decir con el público totalmente seducido, siguiéndolo a coro en la letra.

Para “Los aviones”, Calamaro soltó del teclado y las cuerdas para verse más de cerca con el público, bailar timidamente e incluso mirar sin los anteojos ray-ban por un pequeño lapso, para luego quitarse la camisa lila y jugar a ser el torero de unas cornadas invisibles.

Sin ninguna gran proeza vocal en toda la noche, disparó que “no es fácil cantar estas canciones”, tal vez por la técnica pero también probablemente por el origen de aquellas canciones que publicó hace 25 años atrás, en medio de un vendaval de emociones, pero también en tiempos que lo conectaron definitivamente con el firmamento del rock vernáculo como uno de los más grandes letristas y de los más prolíficos, ya que “Honestidad Brutal” cuenta con una selección de 37 canciones de unas cien que había reunido El Salmón- cuando aún no era conocido con ese sobrenombre-.

El Salmón regresó a Posadas después de 14 años e hizo vibrar el anfiteatro.

Tras un guiño a The Police con un fragmento de “The walking on the moon”, el público se reactivó con “La Parte de adelante” y siguió con atención a su himno porteño “No tan Buenos Aires” que cada día suena mejor. Y si el lugar fuera una plaza de los toros, las flores se hubieran arrojado en el justo momento que cantó “Algún lugar encontraré”, “Cuando no estás” y “Crímenes perfectos”, seguido por la cumbia “Tuyo siempre”, con Calamaro entretenido agitando las maracas.

Como para encuadrar el momento de la hazaña, pasada la hora y veinte minutos, llegó a la lista pegada en el suelo la infaltable “Flaca”, con las miles de personas del anfiteatro sin perder una línea de cada párrafo. Con “Paloma”, en tanto, parecía que el telón había bajado definitivamente, pero la banda regresó para cantar como un golazo el mundialista “Estadio azteca”, y el tan eficiente “Los chicos” que agitó a la gente a salvo en las gradas, como si esos toros imaginarios acabaran su estampida de casi dos horas en su corral.

El sagrado encuentro con su público frente al río Paraná fue comprendido por el cantautor que se arrodilló y besó el escenario como un gesto final de ese reencuentro, catorce años después de su última visita en la costanera posadeña -por el Bicentenario de la Revolución-pero a 26 años de una gesta similar en un anfiteatro que ahora estaba remozado y que lo abrazó con el brillo que visten los trajes de un matador.

A galope con el Caballo negro

“El sueño de todo cantante es cantar antes de Andrés Calamaro”, dijo en la previa Ilán Amores, el músico se vistió de telonero imprevisto. Con su flamante disco llamado “Caballo negro”, el músico criado en Posadas se mostró muy a gusto y emocionado por la oportunidad de interpretar sus canciones, a partir de “Con la misma piedra”.

Bajo el tempo de la cumbia siguió por el tema que le da título al disco –grabado por el sello de Evlay, uno de los mejores productores del país- y tiró el desafiante “amigo; mirá las veces que me corrieron por fumar en el parque. ¡Mirá dónde estoy ahora!”.

Con su canción “Pedro Méndez” Ilán dijo adiós, notablemente feliz y “muy nervioso” dijo, a pesar de que en su back-up cantó en el Luna Park con nada más que Damas Gratis y que en unos pocos días presentará su disco en Niceto, Buenos Aires.

Ilán Amores. Emocionado, se encargó de telonear a Calamaro con canciones de su flamante disco “Caballo negro”

Fotos gentileza Marcos Otaño

Ilán Amores: del barrio Patotí al Luna Park para cantar con Pablo Lezcano


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Con un recital de poesía, Oliver Kozlov presenta en Posadas su libro “Karaoke”

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Oliver Kozlov presentará un recital de poesía con su libro “Karaoke” en la Biblioteca Popular Posadas, mañana sábado, a las 20.30. El poeta rosarino atesora cuatro discos con sus poesías que cosechan millones de reproducciones en las redes sociales. “Me parece que un reel no es tan amable para con una narrativa, no es tan amable para una novela. Pero de repente se presenta como un medio amable para la poesía”, consideró a La Voz de Misiones desde Corrientes, donde reside.

El artista que reúne una colección de reels en TikTok como también en Instagram, sostiene que, históricamente “hay que negociarle a los medios. Cuando publicas un libro tenés que negociar una tapa, que sea vistosa. O tenías que negociar una nota que sea rimbombante y llame la atención en un diario. Bueno. De repente acá no tenemos eso. Son medios que ya no nos sirven para hacer llegar lo que queremos. Y de repente tenés que negociar con el algoritmo. Te doy tres, cinco segundos. Algo que llame la atención”.

El poeta de apellido ucraniano, que se identifica con la ideología peronista – uno de sus discos se llama “Peronismo y Flynpaf-traerá a Posadas “Karaoke”, su primer libro que salió hace un mes y que contiene una colección de sus obras. “Todos mis textos los publico en redes, le grabo la voz, hago la música, subo el video. Pero nunca me había puesto a compilarlos en un libro”, indicó por “Karaoke”, que también será presentado próximamente en las ciudades de Rosario, Firmat, Pergamino y San Nicolás.

@lavozdemisiones

Con un recital de poesía, Oliver Kozlov presenta en Posadas su libro “Karaoke” Oliver Kozlov presentará un recital de poesía con su libro “Karaoke” en la Biblioteca Popular Posadas, mañana sábado, a las 20.30. El poeta rosarino atesora cuatro discos con sus poesías que cosechan millones de reproducciones en las redes sociales. “Me parece que un reel no es tan amable para con una narrativa, no es tan amable para una novela. Pero de repente se presenta como un medio amable para la poesía”, consideró a La Voz de Misiones desde Corrientes, donde reside. LaVozdeMisiones Cultura

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Para Kozlov, “la poesía también es una historia. Es una emoción contada. Está transmitiendo algo. Te está contando, se está mostrando. A veces con mayor pericia. Pero digo, está tratando de contarte algo. A mi me parece cautivador. Cuando lo presentamos como recital de poesía es como ‘¿qué voy a ver?’ Pero de repente, cuando nos encontramos con un trabajo como el que hacemos nosotros en la oralidad; con que sea interesante, que tenga cierto color, que no sea solo leer, sino que haya interacción: hace que se vuelva un evento que la mayoría de la gente quiera repetir”.

Según el poeta, el lenguaje es lo que acerca a la poesía, incluso en géneros que pueden ser cuestionados por los más conservadores, como en el reguetón. “No hace falta que sea todo una construcción poética. A veces la poesía puede ser una pequeña frase que es la que te interpela. A mi me pasa con canciones de Bad Bunny, de Daddy Yankee. Digo, esta frase es poéticamente distinta. Para mi la clave tiene más que ver con el lenguaje. El lenguaje es lo que te acerca y la influencia es infinita”.


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