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Como “castigo” encerró a su hija en una comisaría y abusaron de la menor

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“Yo misma llevé a mi hija a la comisaría para pegarle un susto”, admitió. En un sorprendente hecho, una mujer denunció ayer de manera pública que su hija adolescente de 13 años fue abusada sexualmente en una celda de la Comisaría de la Mujer y el Menor N°2, ubicada en el barrio 17 de Agosto de Corrientes. La mamá de una jovencita de 13 años hizo público un hecho que considera de suma gravedad, ya que acusó a Miriam Jara, detenida por el crimen del penitenciario Gabriel Tichiello, de abusar de su hija.

Norma Flores reveló que ella misma había llevado a la joven de 13 años para que la encierren a modo de escarmiento. Quería “darle un susto”, admitió. Otros detalles que agravaron la situación es que afirmó que la niña “fue maltratada por la policía” y que la persona que habría cometido el abuso fue Miriam Jara, quien está detenida acusada del brutal homicidio de Gabriel Tichielo, el cabo del servicio penitenciario, asesinado el jueves 26 de julio.

“Mi hija de 13 años, como cualquier adolescente, está en la edad del capricho”, opinó Norma ante la emisora radial. Agregó que la menor “tiene un noviecito, con el que el lunes a la noche se puso a pelear en la vereda de mi casa. Lo eché al muchachito y ella amenazó con que se iba a escapar. Cuando me amenazó así, el hermano de 17 años y yo la traemos hasta la comisaría, para pagarle un susto”, relató la mujer con lo cual buscó poner en contexto el por qué su hija terminó en la dependencia policial del barrio 17 de Agosto.

Castigo
Una vez que la conducen hasta la seccional relató que su hija fue “alojada en una celda, porque hizo un berrinche. Una policía la agarra de los pelos a mi hija, le pega y la mete en la celda donde está la asesina Mirian Jara. Y me dicen que como tienen un sólo colchón y una sola frazada, iban a dormir juntas…”, advirtió.

Luego vendrían los graves acontecimientos.

“Al otro día, cuando la van a trasladar al Juan Pablo II, para hacerle a mi hija una pericia psicológica, me meten en el móvil con ella y me cuenta ‘mami, abusó de mí la asesina del penitenciario. Yo me puse a gritar y la policía me dijo que yo estaba acá por caprichosa y me las aguante’”, le habría contado la menor a su mamá dentro del patrullero. La mujer, frente a la confesión de su hija relató su reacción: “Empecé a temblar, le comenté a las policías que la trasladaban, que le habían pegado y lo que había pasado en la celda, y me dijeron ‘señora, usted tiene que hacer la denuncia, nosotros no podemos hacer nada’”. Y otra me dijo, ‘no haga la denuncia, porque se van a desquitar con su hija’”, planteó Norma de manera pública. Pese a los consejos de las uniformadas, la mujer señaló que decidió hacer la denuncia ante el juzgado.

Represalias 

Acto seguido a la judicialización formal del caso “la pusieron a la mujer en la celda y a mi hija en el patio y sigue estando mi hija acá. A ella le pegan y le ponen esposas. La jueza (Iglesias) no sé lo que está esperando”, relató Norma con gran indignación frente a las aparentes represalias.

“Ayer, por el miércoles, la psiquiatra del Juan Pablo me dijo que ya habló con la jueza y que la nena ya se iba conmigo. Pero no pasó nada. Y la hacen dormir a mi hija en el patio, con el frío que hace”, agregó. “Una policía le dijo ‘tené cuidado que ella (Jara) es lesbiana y que no te manosee esta noche’. Además, le cuenta a mi hija cómo lo mataron al penitenciario”, señaló la mujer.

Comentó que al hacer la denuncia por abuso, se le debe realizar la revisión médica y no le quieren entregar a la adolescente.
“Me da la impresión de que quieren que pase el tiempo para que esto no salga a la luz. Sé que mi hija no está mintiendo, yo vi que compartían el colchón y la frazada. No me la dejan ver”, se quejó la mujer, en medio de la gravísima denuncia.


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Se derrumba un edificio en Encarnación y mueren dos mujeres

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Un edificio de ocho pisos, que estaba en construcción, se derrumbó anoche en Encarnación, provocando la muerte de dos mujeres, cuyos cuerpos fueron rescatados esta mañana de entre los escombros por una unidad de bomberos voluntarios.

El siniestro ocurrió en el barrio encarnaceno San Roque, muy próximo al centro y la costanera de la ciudad, y fue captado por cámaras de seguridad que registraron el instante preciso en que la estructura colapsa y se viene abajo como un castillo de naipes.

Según confirmaron las autoridades policiales y municipales, al momento del desastre se encontraban en el lugar una mujer de 55 años, identificada como Hermelinda Báez, y su nieta, Montserrat Brítez, una adolescente de 15 años, a quienes el sereno del edificio les había acondicionado una de las habitaciones en construcción para que pasaran la noche.

Finalmente, y tras largas de horas de trabajo, con ayuda de perros y maquinarias, los rescatistas pudieron dar con los cuerpos sin vida de ambas mujeres, oriundas de Capitán Miranda, un distrito ubicado a unos 15 kilómetros al Este de Encarnación.

Esta mañana, en una rueda de prensa, el intendente Luis Yd y el director de Obras de la Municipalidad, René Miglio, lamentaron el fallecimiento de la abuela y su nieta, y aseguraron que la construcción contaba con todos los permisos correspondientes.

Sin embargo, aclararon que luego de una fiscalización constataron que los responsables de la obra agregaron más pisos a la estructura y que por ello se les impuso una multa que pagaron para regularizar la situación ante la comuna.

Miglio enfatizó que el edificio no estaba habilitado para el uso y tampoco para que personas extrañas a la obra se quedaran a dormir en el sitio.


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Sacerdote expuso estado de madres de niñas misioneras asesinadas en Paraguay

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El sacerdote franciscano de Bahía Blanca, Rodolfo Viano, denunció en sus redes, en un texto que fue levantado, este miércoles, por el diario porteño Página/12, que las madres de María Carmen y Lilian Mariana, las niñas misioneras asesinadas el 2 de setiembre de 2020 por fuerzas militares paraguayas, Laura y Cármen Villalba, están recluidas en ese país en “condiciones inhumanas”.

El cura Viano relata en su escrito la reciente visita que hizo a Laura y su hermana Carmen en la cárcel de Minga Guazú, un penal de máxima seguridad ubicado a 13 kilómetros de Ciudad del Este, donde están recluidas bajo un régimen estricto y aisladas entre ellas.

“Lesa humanidad contra tres mujeres en Paraguay”, tituló el diario porteño el texto del sacerdote de Bahía Blanca, que entrevistó, también, en el penal a Francisca Andino, otra de las presas alojadas en la misma unidad que las hermanas Villalba.

Encapuchadas

“El miércoles 26 de marzo pasado tuve la oportunidad de conversar con tres mujeres de Paraguay encerradas y aisladas, por orden del Ministerio de Justicia del actual gobierno nacional de ese país, dada su presunta pero injustificada peligrosidad, desde mediados de octubre pasado, en la cárcel de varones de Minga Guazú, que alardea de ser un ‘centro de reinserción social’ por el camino –imposible– del punitivismo extremo”, escribe Viano y denuncia: Carmen Villalba, Laura Villalba (su hermana) y Francisca Andino padecen condiciones inhumanas dentro de un régimen especial improvisado para ellas, al que fueron sumando otras diez mujeres excluidas de una vida digna casi desde sus nacimientos, con no pocas irregularidades que aparecen detectadas e informadas por el Mecanismo Nacional de Prevención de la Tortura del mismo Estado Paraguayo”.

Cada una de las tres fueron llegando al locutorio esposadas y tabicadas con una capucha negra, que las hace respirar con dificultad por su grosor y hediondez, conducidas por guardiacárceles mujeres, que las llevaron descendiendo por empinadas escaleras desde el piso superior del penal, escaleras por las que podrían caer y golpearse al no poder contar con un mínimo de autonomía visual”, cuenta el cura.

Revela que las presas “solo están libres de capucha cuando están en su reducida celda, jaula casi sin pertenencias personales, donde está su duro lecho de descanso, su letrina maloliente, un grifo de agua salada, y donde intentan llevar una rutina de gimnasia y lectura, cuando no llegan para amedrentarlas con innecesarias e imprevistas requisas”.

Auriculares

Viano cuenta que entrevistó a las presas, “una por una”, a través de un “grueso vidrio” y que conversó con ellas, por espacio de no más de una hora, mediante “auriculares”.

“La primera que llega es Carmen, privada de libertad desde 2003, los últimos años en la cárcel de mujeres del Buen Pastor (en Asunción), donde terminó sus estudios universitarios de sicología, con una institución privada, de modo virtual, que se pudo pagar vendiendo comidas y artesanías desde el penal, trasladada a Minga Guazú sin explicaciones, habiendo cumplido en Asunción su condena más de dos años antes, pero prolongada amañadamente, ella cuidándose de hacer buena letra para salir y colaborar en la búsqueda de su hija Lichita –como hace tiempo le indicó el Alto Comisionado para los Derechos Humanos de la ONU al gobierno paraguayo-, desaparecida el 30 de noviembre del 2020, a manos de las impunes Fuerzas de Tarea Conjunta del Estado Paraguayo”, relata el cura.

En otro tramo del escrito, Viano afirma que las guardias del penal “se roban” las encomiendas que él y otros allegados envían regularmente a las presas, y que, incluso, éstas tienen dificultades hasta para conseguir elementos básicos de higiene personal y agua para beber.

“Quienes tratamos de acercarles alguna encomienda con frecuencia quincenal o mensual notamos un ‘agujero negro’ que se traga, digamos sin eufemismos, se roba, lo que está destinado para ellas”, asegura. “Escoba, escurridor y palangana ellas tienen que pedirlos vez por vez, también el agua para beber –imaginemos días de mucho calor y por tanto mucha sed-, primero con paciencia, al cabo de un rato insistiendo, y luego de horas, a los gritos y golpeando los barrotes”, reseña.

Sobre Laura, que trabajó en una clínica privada en Puerto Rico hasta diciembre de 2019, en que cruzó a Paraguay, junto a su hija María Carmen y su sobrina Lilian Mariana, y ya no pudo regresar por las restricciones fronterizas de la pandemia, Viano afirma que la mujer le pidió que le enviara “alguna encomienda con leche, yerba mate, alguna proteína bajo forma de paté o fiambre aunque no sean alimentos saludables”, ya que “sospecha que, aunque rechazan la atención psiquiátrica que les prescribe sicofármacos, algo les estén mezclando en los alimentos y en el agua”.

Persecución

A diferencia de Carmen, Laura está recluida desde 2020. Fue capturada por la Fuerza de Tarea Conjunta (FTC) del gobierno paraguayo, luego de ser testigo del ataque al campamento donde murieron las niñas, y de donde alcanzó a escapar junto a otra de las hijas de su hermana, Lichita, de 14 años, que había sido herida en una pierna y desapareció ese mismo día, presumiblemente, secuestrada por las fuerzas militares.

La ex enfermera de Puerto Rico fue condenada a 30 años de prisión en diciembre del año pasado, por los delitos de terrorismo, asociación terrorista y violación de la Ley de Armas, y al igual que Carmen estaba acusada de pertenecer al grupo guerrillero autodenominado Ejército del Pueblo Paraguayo (EPP).

Lo cierto es que, al momento del ataque de la FTC al campamento guerrillero en el Departamento de Concepción, en el norte del país, Laura Villalba y las niñas se encontraban visitando a los padres de éstas, que sí son integrantes del grupo armado.

El caso de las niñas asesinadas y de la adolescente Villalba desaparecida, provocó, enseguida la repercusión internacional e involucró al gobierno argentino de entonces, que exigió a su par paraguayo un pronto esclarecimiento de los hechos, que hasta el día de hoy no se ha producido.

Laura y el resto de su familia venían denunciando, por años, al Estado paraguayo por “persecución y hostigamiento”, por lo que se habían mudado al interior misionero, de donde partieron a Paraguay unos meses antes de la pandemia de covid para ya no volver.

El cura párroco Rodolfo Viano.

 

 


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Bullrich sobre balaceras contra gendarmes en Irigoyen: “No nos amedrentan”

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bullrich balaceras

“No nos amedrentan, ni nos van a detener”, afirmó hoy la ministra de Seguridad de la Nación, Patricia Bullrich, en relación a las balaceras cometidas esta madrugada en contra de inmuebles pertenecientes a dos agentes de Gendarmería Nacional Argentina (GNA) en Bernardo de Irigoyen.

La funcionaria resaltó que el hecho se haya producido en el mismo lugar “donde pusimos en marcha el Plan Guacurarí”, iniciativa que busca reforzar la seguridad en la frontera con Brasil con un lógica similar al Plan Güemes, implementado en diciembre pasado en Salta.

El denominado Plan Guacurarí iba a ser lanzado en Irigoyen el pasado 9 de marzo con la presencia de la propia de Bullrich en territorio, pero la presentación finalmente fue suspendida por la trágica inundación en Bahía Blanca y desde ahí no hubo ningún otro anuncio oficial al respecto.

“Está claro que intentan intimidarnos porque metimos el dedo en la llaga y tocamos intereses poderosos”, especuló Bullrich en la publicación realizada en su cuenta X sobre el ataque sufrido por dos gendarmes de la localidad misionera ubicada en frontera seca con Brasil.

“No nos amedrentan, ni nos vamos a detener. Cada ataque es una señal de que estamos en el camino correcto. Ni un paso atrás”, cerró Bullrich.

Balaceras

Las balaceras se registraron esta madrugada. El primer ataque ocurrió a las 3 de la madrugada, cuando dos motociclistas se detuvieron frente a un galpón donde el segundo comandante del Escuadrón 12 de GNA tenía su Volkswagen Vento guardado e iniciaron una ráfaga de doce disparos contra el lugar.

Una hora y media más tarde, el blanco fue la casa de un cabo del mismo escuadrón, en el barrio Martín Fierro. Allí los disparos fueron cerca de 30, los cuales impactaron contra el inmueble y contra los dos vehículos del uniformados: una Ford Ranger y una camioneta Jeep.

Afortunadamente, en ninguno de los casos se registraron personas heridas y la primera hipótesis apunta a que los ataques se dieron a modo de respuesta por un reciente procedimiento contra cigarrilleros, operativo en el cual se incautaron mercadería y rodados.


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